Monasterio de Sant Pere de Rodes

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San Pere de Rodes representa lo que conocemos como estilo románico catalán, el cual, pese a recibir influencias de la escultura decorativa visigoda, de la monumentalidad carolingia y del arte mozárabe, se erigió como un estilo propio, bien diferenciado del arte lombardo, que tanta importancia tuvo en lo que se ha considerado como primer arte románico de Cataluña.

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La leyenda y las desbocada imaginación del algunos cronistas ha rodeado al monasterio y a las cercanías de narraciones fantásticas. La leyenda más antigua, recogida por el cronista Pujades y por Verdaguer en su Canigó, explica que, hacia el año 600, unos clérigos que huían de Roma en un barco desembarcaron en la costa pensando que habían llegado a Francia. Los religiosos escondieron, entre otros, el brazo y la cabeza del apóstol San Pedro para librarlos de la profanación, porque Roma se encontraba amenzada por las invasiones. Con el tiempo se edificó el monasterio en el lugar en el que habían escondido las reliquias.

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Las primeras referencias própiamente históricas de San Pere de Rodes son del 878. La independencia del monasterio y su reforma constructiva, señal que había adquirido más relevancia, tuvieron lugar en tiempos del noble Tassi, entre los años 926 y 944, que obedeciendo un precepto del rey Luís, que nombraba a su hijo Hildesindo primer abad del monasterio. Hacia el 958 se acabó la cabecera de la iglesia, que selló así una primera etapa constructiva donde es fácil apreciar rasgos mozárabes, como el gran arco toral con una tímida forma de herradura que da entrada a la nave central. La iglesia fue consagrada por el arzobispo de Narbona Guifredo en el 1022.

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