sábado, 31 de mayo de 2008

Don Sebastián de Morra

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Las investigaciones de Pedro Madrazo permitieron identificar al personajde de este cuadr de Velázquez como Sebastián de Morra, un enano que estuvo al servcio del príncipe Baltasar Carlos. La obra, que integra la estremecedora serie de bufones realizada por el pintor sevillano, sufrió algunos daños, sobreto todoen su flanco derecho, durante el incendio de 1734. Sebastián de Morra estuvo en Flandes con el cardean-infante Fernando de Austria, y a la muerte de su amo, en 1641, regresó a España y se integró en el grupo de sirvientes de Baltasar Carlos. Éste le dispensó gran aprecio, como lo demuestra un excelente equipo de caza que le adjudicó en su testamento. Era un personaje querido en la corte, recibía el trato de "don" y tenía un criado a sus órdenes. Es posible que él sea el enano que aparece retratado en el sector izquierdo de El príncipe Baltasar Carlos en el picadero, también de Velázquez. Al analizar la pintura, el neuropsiquiatra Jerónimo Moragas (1901-1965) lo describió como un "acondroplásico, con inteligencia normal, al que una larga experiencia había hecho reservado, pesimista y triste, hasta conducirlo al refugio del humorismo". Falleció en 1649, tres años después de la muerte del príncipe.
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de Velázquez (1559-1660)


En el catálogo del Prado de 1828 se dice de este cuadro "Pintado con franqueza y mucha verdad" Pero no sólo destaca su realismo, evidenciado sobre todo en el rostro del modelo, sino también por el magnífico colorido y la pincelada realistzada con la soltura propia de casi todas las obras de Velázquez posteriores a su primer viaje a Italia. En este sentido, resaltan el carmesí y los dorados del sayo sin mangas, los blancos de los encajes y el verde oscuro del traje de caza, que contrasta con el tono claro de las suelas de los zapatos. Todo el conjunto se apoya sobre un fondo marrón que se oscurece a medida que se aleja del personaje. Don Sebastián está sentado en el suelo, con las piernas hacia delante, pintadas en escorzo, y sobre las cuales se apoya sus manos cerradas. En esta posición se nota todavía más la desproporción, habitual en los enanos, entre la cabeza y el resto del cuerpo. Como en todos estos personajes de Velázquez, a los que el pintor observa con respeto y afecto, destacan su humanidad y dignidad, que el artista sabe captar con singular penetración.
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