viernes, 18 de julio de 2008

Premonicón de la Guerra Civil

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La Guerra Civil estalló en España en 1936 y Dalí y Gala tuvieron que abandonar el España iniciando un largo periplo europeo que los llevaría, especialmente, a Italia y Francia. El pintor terminó Construcción blanda con judías hervidas ese año, y añadió a la obra el subtítulo de Premonición de la Guerra Civil cuando el cuadro se expuso en diciembre de 1936 en la Galería de Julian Levy en Nueva York. No lo hizo para resaltar sus dotes adivinatorias, porque lo cierto es que los primeros estudios para la obra están fechados en 1935, sino probablemente para añadir valor e interés al cuadro valiéndose de la actualidad política internacional.
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Esta obra es de las pocas que Dalí relacionó con conflicots bélicos o políticos, lo que no deja de llamar la atención dada su conocida ambigüedad frente a estos temas. Ambigüedad que le acarreraría al pintor muchos problemas con los surrealistas, quienes se consideraba, en ese entonces, revolucionarios de la izquierda. La atmósfera que rodea Construcción blanda con judías hervidas no debe verse como el enfentamiento entre las tropas de la república española y las lideradas por el general Francisco Franco, sino como un suceso inevitable en el que España se autoaniquila en el más puro estilo surrealista.
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de Salvador Dalí (1904-1989)

Ese monstruo que domina el cuadro guarda, más o menos, las proporciones del contorno del mapa de España, del que brotan brazos y piernas que se desgarran mutuamente, mientras una forma fálica y flácida, recurso característico de las formas blandas del pintor, abraza una cadera rota, y las judías se esparcen por el suelo sin que puedan saciar el hambre de nadie. Esta visión de antropofagia remite también a la obra de Goya, y, concretamente a Saturno devorando a sus hijos, basta observar la cara del monstruo, con ese gesto extático, los músculos del cuello en tensión y esos brazos que se estiran, se transforman y se pudren, creando un conjunto del que el espectador no puede apartar la vista, por muy repugnante que sea el resultado. Es probable que Dalí creyera que al mostrar a España haciéndose trizas a sí misma, vaticinaba las atrocidades que cometerían los dos bandos implicados en la guerra.

La escena de una autodestrucción la plasma el pintor sobre un paisaje yermo que habla de desolación y de muerte; un lugar propicio para que las vísceras se descompongan y un diminuto, pero aséptico médico pase revista, con científica frialdad, sobre un cuerpo agonizante.

El pintor justificó la presencia de las judías hervidas en su libro La vida secreta de Salvador Dalí, de la siguiente forma: "Esta blanda estructura de esa gran masa de carne en guerra civil la embellecí con judías hervidas, pues era inimaginable el tragarse toda aquella carne inconscientemente sin la presencia de algún farináceo y melancólico vegetal."

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