domingo, 29 de junio de 2008

Mitra de Cabra

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El grupo escultórico de Mitra Tauróctono representa al dios persa, tocado con el gorro frigio, sacrificando al toro, símbolo de la repetición anual del ciclo de muerte y resurrección. De la sangre purificadora que brota del toro bebe el perro, fiel amigo de Mitra, que guarda el alma. La serpiente produce las plantas y del alacrán surgen los animales y los hombres. Todos son símbolos de un dios creador. Pertenece ya a una época avanzada en el desarrollo de la escultura romana. Subsisten escasas representaciones de esta divinidad, por lo que este ejemplar es excepcional, ya que es la única pieza completa y en bulto redondo conocida en la Península Ibérica. Este grupo demuestra la presencia en época de Adriano de creencias orientales en las provincias occidentales del Imperio.
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En el mitreo se celebran diversos actos relacionados con el culto a este dios, en los que la violencia física juega un papel muy destacado, llegando incluso a producirse sacrificios humanos, según algunos autores. Este culto se desarrolló en Hispania desde mediados del siglo II hasta fines del siglo III d.C. Procede de la llamada Villa del Mitreo, en las afueras de la antigua Ipagrum (Cabra, Córdoba) y se halló en una fuente. La mayoría de los autores coinciden en que debió de ser usado como elemento de culto en el altar de algún mitreo. Posiblemente, el lugar de su hallazgo fuera un verdadero templo dedicado al dios, en el cual se intentaría reproducir artificialmente la cueva mitraica a través de un patio que haría las veces de fons perennis.
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