viernes, 27 de junio de 2008

Impresión, Sol naciente

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Cuadro mítico, cuadro epónimo del movimiento más popular de la historia de la pintura: en 1874, Impresión, Sol naciente hace su entrada en la historia. El público lo descubre en la primera exposición colectiva del Grupo de Batignolles.
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En la actualidad se comprenden con más precisión las intenciones de este cuadro que el artista ejecuta en el hote de l'Amirauté en Le Havre. La ventana se abre al puerto interior, que será destruido durante la Segunda Guerra Mundial, y ofrece distintas interpretaciones a diferentes horas del día o de la noche. El lienzo plasma el instante más fugitivo, cuando el Sol emerge de la bruma. El procedimiento deja entrever la materialidad de la tela, como para subraya la rapidez inherente a su ejecución. Este espacio pictórico no tiene sin embargo nada de fortuito; es una construcción coherente en planos sucesivos; agua, barco, cielo. Transmuta en algo nuevo y primitivo las influencias anteriores. Monet ha visto este sol que lanza a ras de agua sus rayos de fuego en Jongkind, y lo ha descubierto en Turner en sus acuarelas de Rigi o las de Petworth, en esos mismos cielos aguados impregnados con miles de tonos rosados. El lienzo restituye exactamente el sentimiento de lo efímero ligado a una hora incierta de la mañana en que los humos contaminan el color de las nubes, y los mástiles se tiñen con los colores del agua.
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de Monet (1840-1926)

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En este lienzo, la presencia humana no sólo se intuye. Monet representa de un modo esquemático a los pescadores que salen a faenar en sus barcas, muchos de los cuales no son más que pinceladas sueltas. Tan sólo el timonel está ligeramente más detallado. Así como los rayos del solo parecen impregnar todo el cielo con tonalidades amarillo-anaranjadas, en el agua su reflejo se limita a una estrecha franja, realizada con pinceladas horizontales de color naranja que se van espaciando a medida que se acerca el espectador. Monet, influido por Turner y Whistler, da protagonismo al Sol gracias a la intensidad cromática que le imprime, añadiendo bermellón y amarillo al naranaja primigenio. Además del color, las pinceladas crean un volumen que permite delimitar perfectamente la esfera solar. La bruma que impregna el lienzo impide que la irradiación distorione la esfera perfecta que dibuja.
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La actividad del puerto de Le Havre está representada por los barcos mercantes situados al fondo del lienzo y por las fábricas que trabajan intensamente, lanzando sus columnas de humo hacia el cielo. Sólo unas cuantas pinceladas esbozan tanto los mercantes como la maquinaria, realizada con una mezcla de tonos azules y verdes, que deja entrever en algunos puntos la imprimación del lienzo. Monet no busca ser detallista; sólo tiene el afán de captar el instante.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

J'ai appris des choses interessantes grace a vous, et vous m'avez aide a resoudre un probleme, merci.

- Daniel