sábado, 3 de mayo de 2008

Los fusilamientos del 3 de mayo

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Esta impactante obra, también llamada Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío y Los fusilamientos de la Moncloa, forma pareja con El 2 de mayo en Madrid. Los terribles acontecimientos que esta última describe tuvieron como consecuencia las ejecuciones realizadas en la madrugada del 3 de mayo.
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Aunque los dos cuadros fueron pintados seis años después de los sucesos, Goya tuvo una visión casi directa de los mismos. En pimer lugar, porque vivía sobre la Puerta del Sol, donde ocurrieron los hechos del 2 de mayo, y, además, porque concurrió con su criado, llamado Trucha, a la montaña del Príncipe Pío pocas horas después de los fusilamientos. Allí, a la luz de la luna, el artista aragonés hizo numerosos apuntes, lo que quiere decir que en ese preciso momento comenzó a concebir la obra. Según el testimonio de Trucha, "en medio de charcos de sangre vimos una porción de cadáveres, unos boca abajo, otros boca arriba, éste en la postura del que estando arrodillado, besa la tierra, aquél con las manos levantadas al cielo, pidiendo venganza o misericordia". Cuando el criado vio las obras, le preguntó a Goya por qué pintaba esas atrocidades, y obtuvo la siguiente respuesta: "Para tener el gusto de decir eternamente a los españoles que no sean bárbaros."
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Estos dos cuadros formaban una serie de cuatro, que incluía Defensa del parque de artillería y Revuelta frente al Palacio Real. Estas dos obras fueron colocadas en un arco del triunfo levantado para recibir a Fernando VII, y su paradero se desconoce. Goya pintó los cuadros entre febrero y mayo de 1814, subvencionados por el Consejo de la Regencia, presidido por el Cardenal Luís de Borbón.
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En su presentación , el artista argumentó que quería pintar las hazañas y el heroísmo del pueblo español. Esta resolución de Goya implicó una definición en torno al difícl dilema que implicaba abrazar las ideas de la Ilustración y condenar los terribles excesos, contra su propio pueblo, de quiens las representaban. En una primera instancia, el pintor, partidario de reformas en España y crítico del mal gobierno de Carlos IV y su favorito Manuel de Godoy, colaboró con el régimen de José Bonaparte. Eso le valió, al igual que a miles de españoles con las mismas inquietudes, el calificativo de afrancesado. Pero, por patriotismo, razonamiento y sentimientos, rechazó la masacre y las vejaciones de las que fue víctima su pueblo. Así, con la mente y el corazón divididos, otpó por transmitir lo absurdo de la guerra y los sufrimientos de los españoles. A pesar de que no sentía simpatía por el nuevo soberano, continuó siendo pintor de corte y realizó varios retratos de Fernando VII. No obstante, se sentía perseguido y en peligro.
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Pero la contradicción y su definición tuvieron un coste personal: el carácter de Goya se agrió y su pintura sufrió una profunda evolución. Sus trabajos perdieron amplitud cromática y se tornaron más oscuros y violentos; la pincelada por su parte, adquirió una extraordinaria soltura, se hizo más breve, y comenzó a ser complementada con manchas realizadas con la espátula y los dedos. Y aunque continuó con la labor de notable retratista, en el grueso de su producción, a partir de ese período, los protagonistas son el pueblo y personajes anónimos, como en esas dos obras que describen los sucesos de mayo de 1808.
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de Goya (1746-1828)
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La composición de este cuadro tiene dos sectores principales bien diferenciados. A la izquierda, los hombres que están siendo ejectudados; a la derecha , los soldados que apuntan. En el suelo, entre ambos bandos hay un farol que alumbra vivamente a las víctimas. También entre ambos conjuntos se ve a otro grupo de personas que esperan, angustiadas, a ser pasadas por las armas. Los soldados franceses están casi de espaldas al espectador, y no se ven sus caras puesto que no interesan, porque son casi autómatas que cumplen órdenes superiores. Todo lo contrario ocurre con los condenados, cuyas actitudes ante el encuentro con la muerte son un catálogo de las reacciones que pueden experimentar los seres humanos en semejante trance.
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Goya despliega toda su maestría en esos estudios psicológicos logrados con pinceladas sueltas, pero muy precisas. Uno levanta los brazos, otro reza y algunos se tapan los ojos. El común denominador comprende una dramática impotencia, la desaparición y el miedo de esos héroes anónimos, que pronto estarán en un desordenado montón de cadáveres, rodeado de sangre, que comienza a formarse.
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Salvo el rojo de la sangre, el blanco de la camisa y el amarillo de los pantalones del personaje central, los colores son sombríos y apagados, como corresponde a la luz nocturna, con predominio de ocres, marrones, grises y negros. Sin embargo, la potente y determinatne luz del farol permite la clara comprensión de la escena, sin que se registren confusiones cromáticas.
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Los nuevos y ágiles trazos de Goya, poco cargados, apenas se detiene en los detalles imprescindibles, casi siempre para lograr una acusada expresividad, con lo que su estilo se acerca al del futuro impresionismo.
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1 comentario:

Die Latexmaschine rpg7 dijo...

justamente don google me guio hasta aca, claro, buscaba informacion sobre diocleciano, mas bien el origen de los tetrarcas.
ver el 3 de mayo fue una cosa sublime, que valio la visita una segunda vez al museo, el dia siguiente, para volver a verlo y revisar otras cosas con mas detencion, abriendose paso entre los orientales jejeje. y claro, recordado mas aun en estas fechas, la conmemoracion del levantamiento y represalia.dicho sea de paso y detalle no menor que nuestros patriotas habian pasado calamidades similares en la lucha por la independencia de las jovenes republicas...donde la corona española asumia el mismo rol que asumio por alla el imperio frances....todo tan intrincado.
saludos! y disfrutad de venecia, sus islas con arquitectura fascinente de andrea paladio.