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A su llegada al trono, Felipe II inició una serie de cambios en la forma de gobierno, imponiendo un criterio administrativo más ágil y asumiendo un carácter innovador. Algunos cambios introducidos por el monarca, como el establecimiento de la corte permanente en Madrid o la creación del Consejo de Italia, parecieron confirmar la política renovadora. La paz con Francia le permitió a Felipe II encarar una política encaminada a frenar el expansionismo turco por el norte de África y en la cuenca occidental del Mediterráneo. Precisamente, para poner fin a esta expansión, el rey español formó la Santa Liga, que integraba a España, Roma, Venecia y Génova. La espectacular victoria en la Batalla de Lepanto, librada el 7 de octubre de 1571, fue el punto culminante de esta política. No se sabe con certeza si La adoración del Nombre de Jesús fue pintada por el Greco como una carta de presentación ante Felipe II o si fue realizada por encargo real o de algún círculo de cortesanos, pero lo cierto es que el cuadro de El Greco recoge este momento glorioso de Felipe II.
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Por las circunstancias históricas que rodean la obra, ésta es de tipo claramente político. En un primer plano, aparecen los artífices del triunfo de Lepanto: Mocénigo, el Dux de Venecia; el Papa Pío V y el rey español, que goza de un pleno protagonismo, remarcado por sus negras vestimentas en contraste con el gran colorido del resto. Los tres dirigentes de la Santa Alianza, arrodillados en la mitad inferior del lienzo, parecen adorar el Santo Nombre de Jesús, que desde lo alto de la mitad supeior preside toda la escena.
La complejidad temática, con varias escenas dentro del cuadro, está resuelta con la utilización del color a modo de nexo. Así, se puede apreciar la presencia del rojo en los ropajes de varios personajes y, sobre todo, del amarillo, que se adivina como fondo común.
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Llama la atención, en el lado derecho del cuadro, la inclusión de la figura del Leviatán. La presencia del bíblico habitante de los mares se justifica, en lo inmediato, porque el triunfo de Lepanto se libró en aguas del Mediterráneo. Sin embargo, tiene otras implicaciones de carácter simbólico. Los muertos que se amontonan entre sus facues tienen connotaciones apocalípticas. Los cadáveres no dejan de formar un conjunto que se contrapone al de los vencedores, situado a la izquierda del cuadro, y también al de arriba, el integrado por los ángeles que celebran la gloria del Señor.
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