miércoles, 12 de diciembre de 2007

El Perseo

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Año 1537, con tan sólo 18 años de edad el joven Cosme de Medici sucede a Alejandro, el primer duque de Florencia asesinado por una conspiración republicana. Los insurgentes creyeron que el ducado pasaría a su hijo de cuatro años, Giulio, durante cuya minoría de edad podían sacar alguna ventaja. Sin embargo, Cosme, sobrino de Alejandro acabó nombrado sucesor, tras prometer no asumir el poder absoluto en aras de la estabilidad. Nada más poner el pie en el trono ducal dejó claro que no iba a ceder en nada a su gobierno. Hubo una sublevación y la aplacó con manu militare: sus enemigos fueron encarcelados o decapitados.
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de Benvenuto Cellini (1500-1571)
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Año 1545, Cosme recibe en su finca de verano a Benvenuto Cellini para hacerle el encargo de un Perseo que desde la plaza de la Signora proclamara a los conspiradores que, a la mínima amenza, seguirían el mismo destino que Medusa: perder literalmente la cabeza.
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El mito de Perseo
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Polidectes, rey de Sérifos, estaba enamorado de Dánae. El único inconveniente para conquistarla era el sobreprotector hijo de ésta, Perseo. El soberano requirió al joven que partiera de viaje y regresara con la cabeza de Medusa, una aventura de la que esperaba que no volviera con vida. Medusa era una gorgona, un ser con serpientes en lugar de cabellos y cuyo aspecto era tan horripilante que convertía en piedra a todo aquel que la mirara. (según la mitología las gorgonas eran tres: Euríale, Esteno y Medusa)
Con la ayuda de Hermes y Atenea, Perseo llegó al lugar donde moraban las greas, uno seres que, entre todos, poseían un solo diente y un solo ojo. El héroe les arrancó estos dos atributos y les persuadió para que le ayudaran a conseguir tres objetivos imprescindibles para su cometido con Medusa: unas sandalias aladas, una bolsa mágica donde guardar la cabeza del monstruo y el casco de Hades, el dios del inframundo, que otorgaba invisibilidad a su portador. Hermes equipó a Perseo con una espada curva y Atenea le otorgó un escudo.
Perseo se acercó a Medusa protegido por el casco invisible, no miró directamente al monstruo para decapitarlo, sino su reflejo en el escudo, tan pulido que actuaba de espejo. De la sangre que brotó del cuello de Medusa nació Pegaso, el célebre caballo alado.

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